La Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) y la Fundación Miguel Lillo avanzan en el estudio de trufas en Tucumán, mediante un trabajo realizado por Aldo Berettoni, Jorge Ale y Alicia Forns, de la sección Horticultura de la Eeaoc, junto con Patricia Albornoz y Myriam Catania, de la Fundación Miguel Lillo.
El objetivo del estudio fue evaluar la formación de estructuras micorrícicas entre hongos del género Tuber -responsables de la formación de trufas- y raíces de especies forestales del género Pinus y Quercus, como paso fundamental para el desarrollo futuro del cultivo en la provincia. Se trata de un arduo trabajo que se viene realizando desde hace muchos años en la provincia.
La Eeaoc inició estos trabajos en 2012, por medio de la sección Horticultura, en ese entonces conducida por Ramiro Lobo, y lleva más de una década trabajando en esta línea. En 2012 implantó truferas en cinco localidades de la provincia: Las Carreras (Tafí del Valle), Villa Padre Monti (Burruyacú), Rodeo Grande y Benjamín Paz (Trancas), y Encalilla (Amaicha del Valle). Las plantas utilizadas -pinos y robles- fueron inoculadas previamente en vivero con esporas de Tuber spp., siguiendo protocolos estandarizados para asegurar una colonización efectiva.
En 2016, estudios realizados en conjunto con la Fundación Miguel Lillo confirmaron que en la mayoría de los sitios las trufas lograban establecerse correctamente en las raíces. Ese mismo año, en la trufera de Rodeo Grande, se obtuvo la primera trufa cultivada de Tucumán: una trufa blanca bianchetto (Tuber borchii) asociada a Pinus halepensis.
El potencial local
El relevamiento morfológico más reciente sobre raíces de Pinus y Quercus inoculadas mostró la formación de estructuras ectomicorrícicas activas en seis combinaciones distintas entre especie arbórea e inóculo, lo que confirma la viabilidad de esta simbiosis en las condiciones edafoclimáticas locales.
La experiencia de Rodeo Grande siguió dando resultados: en 2019, 2020 y 2024 se lograron recolectar trufas negras (Tuber melanosporum) en encinas (Quercus ilex) y trufas de otoño (Tuber uncinatum) en robles (Quercus robur). La adecuada gestión agroforestal de estas parcelas favoreció un crecimiento sostenido y permite proyectar una producción creciente en los próximos años.
“Diamante negro”
La trufa es uno de los productos gourmet más codiciados a nivel mundial, junto al caviar y el azafrán. Su valor radica en su extraordinaria complejidad aromática -más de 200 compuestos volátiles- y en el tiempo que demanda su producción: entre ocho y 12 años desde la plantación. Además de su valor comercial, este cultivo contribuye a la reforestación y a la diversificación productiva, especialmente en zonas de altura y pedemonte.
Este trabajo conjunto de la Eeaoc y la Fundación Miguel Lillo consolida una línea de investigación que combina innovación productiva, sustentabilidad ambiental y oportunidades económicas para productores tucumanos, proyectando al NOA hacia un nuevo nicho en el mercado gourmet internacional.